lunes, 13 de febrero de 2012

Una famosa anécdota de Albert Einstein




Una de sus anécdotas favoritas -según él mismo comenta- es la siguiente:

En los años 20´s cuando apenas empezaba a ser conocido por mi Teoría de la Relatividad, con frecuencia era solicitado por las universidades para dar conferencias.
Como siempore detesté conducir -a pesar de que el coche me resultaba cómodo para desplazarme- contraté los servicios de un chofer. 
En una ocasión, después de varios días de viaje, le comenté lo aburrido que era repetir lo mismo una y otra vez. "Si quiere -me dijo- lo puedo sustituir hoy por la noche, he oído su conferencia tantas veces que la puedo recitar palabra por palabra".  
Acepté con algo de malicia en mi mente y antes de llegar al siguiente lugar, intercambiamos ropas y yo me puse al volante.
Llegamos a la sala donde se iba a celebrar la conferencia y como ninguno de los académicos me conocía, no se descubrió la farsa: Mi chofer expuso la conferencia que me había oído repetir tantas veces. Al final, un profesor en la audiencia le hizo una pregunta. 
Mi chofer no tenía ni idea de cuál podía ser la respuesta, sin embargo tuvo una chispa de inspiración y le contestó: "La pregunta que me hace es tan sencilla que dejaré qua mi chofer, que se encuentra al final de la sala, se la responda".
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